Obra
Morir Solo
Novela / Lastarria y De Mora, Madrid, 2024
Foto de portada: Federico Racchi
El narrador en primera persona viaja a Uruguay a seguirle la pista a su padrino, muerto en circunstancias poco claras. O al menos así lo ve él, que intenta esclarecer lo que a nadie más le parece misterioso ni turbio. La figura del padrino se vuelve por momentos una alegoría de un Uruguay mitificado por memorias de la infancia en que vivió Marcos, el protagonista, un país que mira con amor pero también distancia crítica, cuya historia política reciente se revisa a través del cristal de las vidas de sus padres y el grupo de amigos universitarios a los que pertenecía Roberto, el padrino. La novela se aproxima por momentos al género policial, y está atravesada por el fantasma de la autoficción, a la que se resiste, pero tiene también pasajes autorreflexivos en los que se pregunta cómo contar esa historia –tal vez la pregunta que subyace a toda primera novela–, y en su sección final se entrega con más decisión al vuelo de la fantasía, en un delirio que nos arrastra consigo en esa búsqueda imposible del sentido de la muerte de alguien que parece haber decidido no dejar rastros que permitan comprenderla.